El Silmarillion: un buen libro, aunque difícil de leer

Esta es una colección de algunos trabajos del famoso autor J.R.R. Tolkien, creador de la Tierra Media, el mundo de “El Hobbit” y posteriormente “El Señor de los Anillos”. Estos trabajos fueron editados y publicados unos años después por su hijo, Christopher Tolkien, en el año de 1977. Los escritos narran y describen el universo de Êa,  el cual se divide en varios territorios, entre ellos la Tierra Media. La compilación de El Silmarillion surgió después de que, tras el éxito de “El Hobbit”, Tolkien mandara una parte de éste como una secuela, pero fue rechazada. Estos textos se dividieron en cinco partes, puesto que cada una de ellas era un trabajo individual, pero a petición de Tolkien, fueron publicados en un solo libro.

El libro de El Silmarillion es una obra muy completa y extremadamente compleja. Desde sus primeras páginas presenta nombres, ideas y personajes extraños y poco comunes, propios de su autor. El editor mismo (Cristopher Tolkien, hijo de J.R.R. Tolkien) hace énfasis en esto en el prólogo que presenta en la obra, pues remarca el nivel de complejidad con que su padre trabajaba. Sin embargo, una vez superada la barrera que presentan los incontables nombres de difícil pronunciación y las tantas historias entrelazadas, la lectura llega a ser, aunque no simple, por lo menos comprensible, interesante e intrigante.

A diferencia de las historias de “El Hobbit” y “El Señor de los Anillos”, las cuales son consideradas por el mismo autor como “cuentos para niños”, el libro de El Silmarillion tiene una profundidad y una manera de narrar que da paso a que sea comparable a obras literarias de autores como Julio Verne, cuya capacidad de lograr en cada uno de sus escritos plasmar ideas que iban más allá de su época y que aún hoy en día logran cautivar a muchos, era más que sorprendente.

Esta posibilidad que comparten estos dos escritores con muy pocos, permite al lector adentrarse en un mundo de fantasía, un viaje que lo llevará a un lugar donde todo es posible, y la única limitante es la propia imaginación.

Editado por: Antonio García